Cruda Nobleza

Era de noche… estábamos en el depto de una amiga tomando mate, hablando de la vida y fumando como murciélagos. La charla mezclada con mate es mortífera, me puedo llegar a fumar un atado sin darme cuenta. Los tres nos quedamos sin puchos. Bajamos al kiosco que abre toda la noche. El depto se ubica en pleno centro.

Cuando bajamos se nos acerca un perro grande atigrado, con pinta de bonachón. Saben haber muchos perros en esa cuadra ya que la mayoría de la misma esta poblada de restoranes. Es más, cada restaurante tiene su perro identificado con alguna cintita, o alguna cuerda, para que el control de animales no se los lleve. No es necesario, no molestan, no muerden y se encargan de comerse las sobras de los restoranes.

Cuando se acerca este perro yo lo llamo, y le doy una caricia. Mis amigos me cargan y me dicen que acaricio a todos los bichos que encuentro por la calle y encima “les doy charla”. Me explico: se acercan, yo los llamo, los acaricio y empiezo “hola bonito, como andas? Que bonito sos! Sos de acá? Tenes dueño? Que lindo pelo tenes!”. No es que este loca, es que me inspiran alegría los animales.

El pichicho, luego de la caricia, nos acompaño al kiosco. Cabe destacar que el centro marplatense, en invierno, de madrugada… es horrible, es lúgubre, es tétrico y hay caripelas bastante terroríficas.

Fuimos al kiosco, salimos y emprendimos la vuelta al depto, siempre con la compañía del perro, que tenía unas cintas azules y amarillas en el cogote.

Camino al depto vemos que de la mano del frente hay un tipo con cara de pocos amigos que al vernos a nosotros de un saque cruza a la calle como para cruzarnos.

En el momento en que el posible malandra esta cruzando la calle ligero, mi amigo peludo sale al humo a amenazarlo con fuertes ladridos. La petti y pochoclox se exaltaron. Yo me quede pensando…El tipo extraño se asusto, pregunto si el perro era nuestro, nosotros respondimos que no y el tipo volvió a cruzar la calle y siguió su camino.

Que agradecidos que son los perros. Que animales tan nobles y sensibles. Que al primer indicio de peligro se ponen alerta. Pero lo que mas me llamo la atención era que nosotros no éramos sus amos, ni sus amigos, ni las personas que lo alimentan. Solo éramos un grupo de humanos como cualquiera. Con la diferencia que había recibido un cariño y una caricia por parte de uno de esos humanos.

Nos acompaño hasta la puerta del edificio. Yo le volví a dar una rascadita de oreja. Le dije gracias. El perro movió la cola y volvió a sentarse en su restaurante amigo. La petty y pochoclox se ríen, ya saben como soy y aceptan que estoy re pirada.

Como me gustaría que ciertas personas fuesen mas agradecidas conmigo cuando reciben una muestra de afecto de mi parte. No todas, aclaro. Pero me he cruzado en la vida con mucha gente que no ha sabido ni siquiera agradecerme un favor o al menos sonreírme ante un socorro acudido.

A veces, me gustaría rodearme solo de personas con alma de perro. A veces siento que tengo alma de perro. Soy muy agradecida, noble y fiel. No se lo que es la maldad y no cuido a las personas que son buenas conmigo. Las conservo, las valoro.

Tendríamos que aprender mas de los perros, son seres maravillosos.

Creo que ya lo he escrito varias veces… pero no me canso de escribirlo:

“Cuanto mas conozco a la gente, mas quiero a mi perro” Groucho Marx

:)